Memoria agradecida por la vida del
HERMANO ROGER DE TAIZÉ
(12 de mayo de 1915 - 16 de agosto de 2005)
Unas palabras del hermano Roger
Si cada uno comprendiese: Dios nos acompaña hasta en nuestras insondables soledades. A cada uno le dice: «Tu cuentas mucho a mis ojos, tu eres precioso para mí, y te amo.» [Isaías 43,4] Sí, Dios no puede más que dar su amor, ahí está el todo del Evangelio.
Lo que Dios nos pide y nos ofrece, es acoger sencillamente su infinita misericordia.
Que Dios nos ama es una realidad a veces poco accesible. Pero cuando descubrimos que su amor es ante todo perdón, nuestro corazón se apacigua e incluso se transforma.
Y henos aquí capaces de olvidar en Dios lo que acosa al corazón : ahí está la fuente donde volver a encontrar el frescor de un impulso.
¿Lo sabemos suficientemente? Dios nos entrega semejante confianza, que tiene para cada uno de nosotros una llamada. ¿Cuál es esa llamada? Él nos invita a amar como él nos ama. Y no hay amor más profundo que ir hasta el don de sí, por Dios y por los demás.
Quien vive de Dios elige amar. Y un corazón que decide amar puede irradiar una bondad sin límites. Para quien busca amar en la confianza, la vida se llena de una belleza serena.
Quien elige amar y decirlo con su propia vida es llevado a interrogarse sobre una de las cuestiones más fuertes que existen: ¿cómo aliviar las penas y los tormentos de los que están cerca o lejos?
¿Pero qué es amar? ¿Será compartir los sufrimientos de los más maltratados? Sí, es eso.
¿Será tener una infinita bondad de corazón y olvidarse de sí mismo por los otros, con desinterés? Sí, ciertamente.
Y aún más: ¿qué es amar? Amar es perdonar, vivir reconciliados. Y reconciliarse es siempre una primavera del alma.
Una oración
Dios de paz, en este día hacemos memoria
de tu servidor, nuestro hermano Roger.
Te damos gracia por su vida.
Todo lo que ha sido permanece muy presente.
Él ha abierto múltiples caminos:
concédenos, tras sus pasos,
ser buscadores de reconciliación
en tu Iglesia y en la familia humana.
Como él quisiéramos ser pobres de Cristo,
habitados por el fuego de tu amor.
Tu Espíritu Santo viene a reanimar en nosotros
la bondad del corazón.
Y entonces podemos acoger tu paz
y hacer la vida bella a quienes nos has confiado.
Comunidad de Taizé, 2007
(=Cuadernos de Taizé 10), por el Card. Walter Kasper y el hno. Alois de Taizé